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33 No contaminaréis la tierra en donde residís, porque la sangre contamina la tierra, y la tierra no puede ser purificada de la sangre derramada sobre ella, si no es por la sangre del que la derramó. 34 No contaminéis, pues, la tierra donde residís y en medio de la cual yo habito; porque yo el Señor habito en medio de Israel.

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